sábado, 18 de abril de 2015

Piropo aleatorio no. 9

"Tienes la facilidad de hacer sentir muy cómodos a quienes te rodean. No los haces sentir como pendejos ni como tontos, solo sienten que pueden ser ellos mismos".

16 de abril de 2015. En algún café de Toulouse.

miércoles, 15 de abril de 2015

Procesos

Terminar con mi novio en el 2012 fue uno de los momentos más duros de mi vida. Nunca, hasta ese día, había sentido tanta culpa, dudas y miedo como lo que viví en ese instante y en los días que antecedieron y precedieron dicha decisión. Lloraba mucho, hablaba con todos de mi tristeza y comía helado por doquier. Nunca sentí tanta melancolía y nostalgia, hasta que finalmente, un día, la dejé de sentir.

No voy a mentir diciendo que nunca pienso en el "hubiera". A veces, creo que voy a morir sola. Que un gato encontrará mi cadáver luego de estar semanas encerrado en mi apartamento y que nunca encontraré un amor como el que tuve con él. Y puede ser cierto, pues cada vez los hombres que conozco son más imbéciles, pedantes, idiotas, presumidos y malaclases que antes. No se pone mejor, sino peor.

Pero al mismo tiempo, entendí que separarme de él, en ese momento, era parte de mi proceso. Durante mi ruptura, tuve muchas dificultades en aceptar que estaba bien sentirme triste. Que estaba bien sentirme como un culo. Querer tomar hasta embrutecerme y querer olvidar lo que sentía. No tener ganas de ni siquiera levantarme, de no ir a trabajar, de no existir porque todo me dolía demasiado. Pero, luego de quedarme sin casa, encontrar un apartamento y empezar mi nueva vida, todo tomó forma, lentamente, paso a paso.

En mi nuevo hogar instalar el servicio de internet fue complicadísimo. Y el internet en un momento de crisis existencial como el que estaba viviendo era casi tan necesario como el agua. Así que la pobre señora de la ETB se tuvo que enfrentar a una mujer triste, despechada y necesitada de internet, a la que supo repeler con una sola frase: "Señorita, es que todo en la vida es un proceso. Si usted no puede aceptarlo, no puede vivir".

Y sí, ella, aunque hablaba solo de una simple instalación de un servicio, tenía razón. Todo es un proceso. Una ruptura es un proceso. Y fue ahí cuando acepté que tenía derecho a vivir mi proceso. A superar todo a mi ritmo, a enfrentar mi decisión, a exigir igualdad y reciprocidad en mis relaciones, a querer tener algo mejor en mi vida y realizar mis sueños. Tenía derecho a vivir mi proceso, como a mí se me diera la gana y en el tiempo que la vida considerara conveniente. Ahí fui feliz. Y desde que entendí eso, todo fue mucho mejor.